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Pensártelo bien antes de actuar – Desierto de Wadi Rum (Jordania)

SENSACIÓN: Soledad y alivio Fecha: Abril de 2008
 

 

 

La causa fue la rápida y simple evaluación de un riesgo estando solo en el desierto de Wadi Rum (Jordania) y que después resultó ser una situación mucho más complicada.

Como es obligatorio para todos los visitantes del desierto de Wadi Rum, contraté un guía local para que me llevase con su 4X4 por los mejores recorridos y conocer los puntos más interesantes, que realmente hay muchos en este maravilloso desierto. Uno de ellos es el “Burra Canyon”, un estrecho cañón en el que me interné yo solo a propuesta de mi guía, ya que pensé que no quería dejar solo el vehículo. Así que me introduje por el estrecho sendero admirando las grandes paredes que se levantaban a 1 metro mío por ambos lados, hasta que llegué a una pared que me cerraba el paso. Comprobé que ésta no era muy alta, entre 3 y 4 metros, y encontré algunos huecos en la piedra en los que podía apoyarme y remontarla sin excesiva dificultad. Y así lo hice, sin problemas y rápidamente llegué a la parte superior por la que continué admirando la estrecha garganta.


Llegó un momento en el que ya no pude continuar y di la vuelta por el camino por el que había ido, hasta llegar a la pared que había subido y que ahora me tocaba bajar. Lo primero que vi al mirar hacia abajo fue un profundo y ancho agujero en la parte baja de la abombada pared lo que me impediría saltar en ningún momento de la bajada. No obstante, veía pequeños agujeros repartidos en la pared en los que podía apoyarme, así que tumbándome en la piedra comencé a descender. Enseguida me percaté de que no lograría descender hasta abajo, porque mi propio cuerpo me tapaba la visión de la situación de los agujeros y aunque tanteaba moviendo un pie para encontrar otro hueco, no conseguía el apoyo necesario. Esto me hizo tener que volver a subir hacia arriba de nuevo para pensar con tranquilidad y buscar una solución. Estuve una interminable ½ hora dándole vueltas al tema y esperando a que alguien apareciera para ayudarme, pero nadie llegó ni tampoco el guía. De pronto, pasó por mi mente como si fuera una película, el recorrido que había hecho al subir la pared y comprobé que a mitad de la misma tenía que desviarme hacia mi izquierda y buscar algún apoyo en aquella parte, aunque desde arriba no podía verlo por la forma abultada de la roca.

Volví a intentar de nuevo la bajada y busqué a tientas con mi pie izquierdo en la dirección correcta, encontrando después de algunos intentos un pequeño agujero en el que apoyarme. A partir de ese momento ya pude despegarme de la roca y ver la trayectoria a seguir, por lo que ya no tuve problemas para salir de cañón.

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Al margen de no haber calculado bien el riesgo que tenía al volver a bajar, cosa que no se me olvidará nunca, lo que me llamó la atención es como responde el cerebro ante estas situaciones. En mi caso, recuperó mi memoria y me la pasó por delante de los ojos para que viera lo que había hecho al subir y ayudarme a que tomara decisiones correctas,y es más, todavía hoy después de varios años tengo el recorrido tan fresco que podría volver a bajar con los ojos cerrados.

Otro dato curioso es que en la visita en la que ocurrió esto, tuve hasta problemas para contratar un guía debido a la cantidad de visitantes que había, si bien nadie apareció por el estrecho cañón en todo el tiempo que estuve esperando. En Octubre de 2011, volví con mi mujer y por la época en la que estábamos, había muy pocos visitantes en Wadi Rum. Sin embargo, tuvimos que hacer cola para poder entrar a ver el “Burra Canyon”, situación que dio motivo a que nos riéramos un rato sobre las curiosas situaciones que se dan en la vida.

 

 
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