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Israel, un país poco amistoso para el viajero

SENSACIÓN: Impotencia Fecha: Abril de 2008
 

 

   

 

El trato recibido en la frontera terrestre de Israel al cruzar desde cerca de Amman (Jordania) fue del todo improcedente y sin ningún signo del respeto que toda persona merece, independientemente de su nacionalidad. No me refiero en concreto al comportamiento conmigo, que no fue diferente al del resto de los allí presentes: palestinos, japoneses, hindúes y demás. Yo ya tenía noticias de la poca amabilidad reinante en la zona, pero pensaba que se centraba más en el problema palestino y lógicamente con aquellos que querían entrar en el país.

Pero no, y lo comprendí demasiado tarde, porque ya no podía dar marcha atrás. Cuando viajo intento por todos los medios evitar conflictos y normalmente evalúo rápidamente las situaciones para cambiar los planes si es necesario. No tenía ningún interés especial en conocer Jerusalén pero como estaba cerca de Amman y tenía tiempo de sobra, seguí la propuesta de un matrimonio hindú que había conocido en el desierto y acepté acompañarlos a Israel.

Nos acercamos a la frontera dejando aparcado el coche en un lugar vigilado del lado jordano para el par de días que íbamos a estar en Jerusalén, ya que no podía llevar el coche y montándonos en un autobús después de cruzar la frontera jordana sin ningún problema, incluso sin sellarnos los pasaportes. Nada más llegar a la parte israelí, nos encontramos con cientos de palestinos que suplicaban a gritos a los oficiales para que les atendieran. En cuanto bajé del autobús y comprobé la situación tan desagradable, me dije que no me interesaba ir a Israel, porque había otros muchos países que visitar sin tantos controles y desde luego mucho más educados. Pero el autobús ya se había marchado de vuelta, diciéndome un policía que ya no podía volver y que continuara adelante, además mi equipaje que había ido por un canal distinto al mío, lo veía a lo lejos detrás de la policía, no teniendo más remedio que unirme al resto de suplicantes y plañideras que inundaba la frontera implorando que les recogieran al pasaporte, todavía no sé para qué. El caso es que después de más de 1 hora de forcejeo con mis vecinos conseguí entregar el pasaporte a un policía, y entonces me surgió la duda de si volvería a verlo al mezclarlo con un montón de otros documentos.

Debo reconocer que en situaciones críticas de este estilo pierdes la delicadeza, la educación y te vuelves egoísta. Yo no quería perder mi situación física porque veía mi equipaje e iba analizado el procedimiento que llevaban los policías, hasta que después de otra hora de forcejeo oí que gritaban mi nombre y me devolvían el pasaporte para continuar hasta el siguiente control.

Después de varias colas y controles más, llegué a la cola titulada “Visado Europeos” y después de otro par de horas en la que cambiaban de agente cada vez que atendía a una persona me llegó el turno de tener que contar de nuevo mi vida, con un cabreo encima más que respetable. Cuando vi que cogía el sello para estamparlo en el pasaporte, supliqué a la avinagrada agente una vez más que no lo hiciera, porque ambos sabíamos que un pasaporte en el que aparece el sello de Israel, es inválido para visitar el resto de países Árabes, salvo claro está, Jordania y Egipto con quienes tiene frontera terrestre. Yo quería haber ido a Siria, pero casi solté un grito o una palabrota, ya no me acuerdo, cuando oí el golpe del sello en mi documento.

En los 2 días que estuve en Jerusalén, el trato de la policía o ejército fue malo en varias ocasiones en las que me impidieron el paso por calles, sin razón aparente y sin explicación de ningún tipo, aunque también es cierto que el personal del hotel en el que estuve fue muy atento, llegándome a aconsejar que me marchara cuanto antes del país porque se avecinaba una gran fiesta palestina y solía tener graves consecuencias. Y de hecho así fue, con 9 muertes en los disturbios callejeros cuando yo ya estaba de vuelta en Amman.

Resumen del diario de viaje de la visita:


Hoy he podido experimentar lo que yo llamaría el "síndrome del viajero", es decir, la impotencia para poder hacer algo y solucionar una situación en la que te metes y no puedes salir. La salida que te queda es la espera sin más. En definitiva, lo que más a mí me molesta.

Hemos ido por la mañana a la frontera jordana con Israel y ya el comienzo pronosticaba que el día iba a ser de los de recordar. La carretera general estaba cortada porque había un maratón popular. Hemos tenido que volver hasta Madaba e intentar cruzar por una carretera que yo ya conocía, a través del monte Nebo. Ha habido momentos que nos desviaban por dirección contraria y te encontrabas con coches que venían de frente con gran riesgo de accidente.

La frontera a la que íbamos parece que ha desaparecido porque había unos bloques de cemento que impedían el paso, por lo que hemos optado por ir a otra más al norte, a unos 25 Km. He aparcado el coche en un lugar protegido previo pago al chaval de turno y hemos comenzado los trámites de salida de Jordania, papeleo y tasas.

La única forma que hay de atravesar el puente es en un autobús oficial, al que hemos tenido que esperar cerca de 1 hora y media. Cuando hemos llegado a la frontera israelí, había un tremendo lío de maletas porque hacen un control de todo el equipaje, ¡¡¡ a su ritmo !!! Yo enseguida he pensado en darme la vuelta y olvidarme de Jerusalén, pero me han dicho que ya no era posible. He tenido que entregar mis maletas y continuar con el proceso establecido.

Presentación de pasaportes y pasos por varios arcos, hasta llegar al control de visados, donde me he tenido que separar de mis amigos hindúes porque teníamos colas diferentes para los europeos.

Obtener el visado ha sido todo un poema, preguntas y más preguntas del motivo de mi visita, he tenido que enseñar el dinero que llevaba y cada vez que atendían a una persona, cambiaban a los funcionarios. Dicen que Israel es el país más seguro del mundo. No sé si será verdad, pero desde luego nadie le supera en controles, aunque está por ver si son eficaces. ¡¡¡ Todo un poema !!! Incluso le he pedido que no sellaran el pasaporte para no tener problemas posteriores de entrada en otros países y con una voz bastante agria me ha dicho ¡¡¡ Itsn't possible!!! y me ha estampado un sello, con lo que me ha jodido. En ese momento he visto que mis amigos tenían algún tipo de problema porque les he visto abandonar su cola con papeles y empezar a rellenarlos. A partir de ahí los he perdido. He continuado con las colas y controles, hasta encontrar mi maleta a la salida. Después de esperar más de 1 hora sin que aparecieran Nahel y Reetu, he tenido que marcharme con la mala sensación de perder unos amigos de esta forma, tan siquiera sin despedirnos, ni tener su dirección. Espero que me escriban a través de Viendomundo y poder reanudar la amistad que hemos tenido por unos días y que ha sido estupenda.

Debo señalar que en la frontera había muchos palestinos y el trato que recibían no era del todo correcto, incluso con los demás también era muy frío, como si les molestase que fueras.

Gracias a que llevaba unos dólares, he podido cambiar justo para coger un taxi a Jerusalén porque no había cajeros en la frontera. Me he encontrado en el centro, tirando de las maletas con mucho calor y multitud de gente, sorteando puestos de verduras, coches, sin dinero, sin hotel y si ninguna información, ya que mis amigos eran quienes la llevaban. Una bonita situación con todo lo que me ha costado llegar. He mirado varios hoteles pero estaban todos llenos, hasta que he encontrado uno que al final ha resultado estar muy bien situado, moderno y admitir el pago con tarjeta.

En resumen, Jerusalén está a 50 Km. de Madaba y he tardado 7 horas y media. Algo ¡¡¡ tremendo para mis nervios !!! He dado una vuelta por la ciudad antigua y el famoso muro oeste en el que había mucha gente orando y "lamentándose". La primera sensación que he tenido ha sido de una ciudad muy cuidada y bonita, moderna y a la vez que con mucha historia.

Un día auténtico de viaje. Mañana visitaré Jerusalén con más profundidad.

 

 
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